Vuelve Carmina, por fin, para contarnos como siguieron sus aventuras en Kenia... y para darnos valiosos consejos... nos tenía en ascuas, al menos a mí.
Jambo (hola en swahili). Bueno, para los que no me recuerden, soy la chica a la que creían loca por irse a Kenia, la que se gastó una pasta en el “Decathlon” y que además se quedó con las maletas “espachurradas”.
Bien, una vez puestos en situación allá va mi segunda crónica viajera. En ésta hablaré de cómo ir de compras (si es que se le puede llamar así) por las ciudades keniatas. Y es que lo tienen todo estratégicamente montado. Digo esto porque si hacéis memoria, en mi anterior escrito os comenté que gran parte del día (toda la mañana) se pasa dentro del vehículo de la agencia ya que los traslados de un parque natural a otro son muy largos. Pues claro, a ver que persona humana aguanta 6 horas de viaje sin hacer ninguna parada para… ir al escusado. Os aseguro que ninguna, y menos aún después de probar su gastronomía, que recurre mucho al picante. Pues bien, cada hora, más o menos, nuestro guía hacia lo que él llamaba; “parada para baños”. Aunque yo sigo pensando que sería más acertado; “parada para sablazo”. Veremos después de contaros mi 1ª experiencia con las compras que opináis.
1ª Parada para baños (súper sablazo) Afueras de Nairobi. Pedro, el guía, para el motor del coche y nos dice que al final de esa tienda, está el baño. Que se puede entrar sin ninguna obligación de comprar nada. Y efectivamente, entrar sí, pero... ¿y salir? Ahí es cuando llega el acoso. Tú vas mirando todo lo que por allí hay y entonces notas detrás de ti como una presencia. Es el dependiente de la tienda que te va haciendo chantaje emocional. Te cuentan que los cuadros los hacen sus hijos de manera artesanal en el patio de atrás. Que él se encarga de esculpir las figuritas de ébano y mármol y que son pobres y lo necesitan. Y claro, una que no es de piedra, acaba cayendo y además si a esto le sumas que es lo primero que ves parecido a una tienda, la euforia de una adicta a las compras se dispara.
Bien, una vez dada la cabezada, llega uno de los peores momentos, el regateo. En este tipo de establecimientos ningún producto tiene precio. Ellos llevan una libreta donde escriben el precio que quieren que pagues y luego te la pasan para que escribas lo que tú pagarías. Y así puedes pasarte 20 minutos. ¡Es horrible! Y aun creyendo que has sacado la compra por muy buen precio te han “tangado” de igual forma. Por ello os recomendé llevar bolígrafos ya que a cambio de éstos te rebajan bastante el precio.
2ª Parada para baños (desencanto): alrededores de Aberdares. El guía vuelve a parar el vehículo y el sistema es el mismo. Para llegar al baño hay que travesar toda una tienda, y como no, luego salir. Pero esta parada te sirve para espabilar y la llamo la del “desencanto” porque descubres que; o los hijos del tendero anterior tienen una multinacional de cuadros artesanos o en todas las tiendas de este tipo hay los mismos productos. Y ya vas espabilando y consigues salir de allí comprando solo una pulserita o dos. (Vamos progresando).
3ª Parada y llegada al hotel (el paraíso de una compradora compulsiva) Por fin llegamos al hotel y después de realizar el safari fotográfico, de ducharnos y descansar un poco, decidimos dar una vuelta por el hotel antes de la hora de la cena. Y… ¡Sorpresa! Una tienda con precios fijos en los productos. Y además con la misma artesanía que habíamos visto antes. ¡Y con precios como en España, sin sablazos! (camiseta desde 15€, imanes 2€…). Allí si que disfruté.
Por eso os recomiendo que seáis fuertes a los chantajes emocionales y que reservéis vuestras compras para las tiendas de los hoteles. Donde podréis encontrar los mismos productos a precios asequibles.
Así como que no cambies muchos de vuestros dólares en chelines keniatas, ya que en estos establecimientos aceptan este tipo de moneda y luego los chelines que os sobren no los podréis cambiar. Utilizarlos para las propinas.
¡Ah! Casi se me olvida, los caramelos son para quitaros de encima a los niños Massai que cuando ven un coche lleno de blanquitos se vuelven locos pidiendo y echándose encima.
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carmitelleva