Bien amigos de evatelleva, una vez más, mi ya marido y yo hemos emprendido la aventura de viajar.
Esta vez nuestro destino han sido Paradores de España. Parece que siempre se relaciona la estancia en Paradores con la edad, avanzada, de las personas y yo, como iba camino de los 30, decidí experimentar e ir camino del Parador. (El de Segovia y el de Oropesa, provincia de Toledo)

SEGOVIA OROPESA
Si a esto le añadimos nuestros últimos viajes, Nueva York y París, pues parece que nos decantamos por algo tranquilo, relajado y puramente gastronómico. El enfoque que voy a dar a este relato es muy simple, el de los pros y los contras, es decir, voy a dar una serie de razones (los llamaremos por qués) de por qué ir al parador o por qué no.
POR QUE SI
1. SI, Porque la media de edad en un parador oscila en torno a dos generaciones, de 50 a 60 años, y de o a 8 años, es decir, abuelos y niños en su mayoría, así que en la piscina, por ejemplo, tu, con tus cerca de treinta primaveras, eres la reina, la diosa, el súmmum de la estilización, una modelo, tu cuerpo y tu piel ganan a todas las demás.
2. SI, porque, en ausencia de museos, cafeterías, teatros, calles abarrotadas de gente, tiendas, etc, puedes dedicarte a esas aficiones para las que nunca tenemos tiempo en el día a día, como hacerte la manicura a todas horas, leer largo rato, observar a los demás, ver de todo en la tele, tratamientos de belleza y relax (El Spa del parador de La Granja es el súmum de la relajación, diseño, comodidad y elegancia), y cómo no, consumar la vida marital, (sorry, but it’s true).

3. SI, porque la comida no es basura, perdón, no es que no sea basura, sino que posiblemente es de la mejor calidad que te puedes encontrar por ahí. Nada que ver con los chinos, burguer, o sándwich, o el estilo Benidorm, aquí no hay buffet, sino que eliges a la carta, una carta variada y llena de suculentos platos. Los desayunos repletos de pijadas, todo de marca, no las voy a nombrar porque no nos pagan, pero para que os hagáis una idea, cereales, yogures, leche, galletas, repostería y bollería, todo de marca… o sea muy pijo. Fiambre ibéricos, fruta de toda clase fresca… lo pilláis no? Pues eso.

4. SI, porque el entorno en el que sitúan a los paradores no es comparable a otros hoteles. Castillos medievales, miradores en lo alto de la ciudad, palacios… Todo dentro del parador está ambientado en el estilo que representa, una estética muy personalizada, incluso en los uniformes del staff, la cuberteria, vajilla, cristaleria, ropa de cama, manteles…todo lleva el distintivo de Paradores, está hecho a propósito para ellos.

La gente es muy amable, prestan atención a cualquier nimiedad y nunca falta de nada. En mi caso, yo nunca había dormido en una cama perteneciente a un palacio, (las hay con dosel), ni me había asomado a la ventana del hotel y ver que estoy en un castillo, techos artesonados, balconadas, sillones del s. XVIII… esto no tiene precio, ni la master card…

Como podéis comprobar hay razones para pensar que vale la pena ir a un parador. Pero aquí viene la otra cara de la moneda. Os recuerdo que todo es bajo mi punto de vista, mi opinión personal respecto a mi experiencia. Lo que yo diga, aunque parezca mentira, no va a misa.
Aquí van los por qué NO.
1. NO, porque como bien he comentado, la media ronda los 60 años. En la piscina reina el silencio, nadie habla, ni fuerte ni flojo, se me ocurrió comentar algo con Hugo y me oyó toda la piscina. Además cuando pillas a una abuela con bastón delante de ti en la entrada al restaurante ya no llegas a tiempo, lo llevas claro…si encuentras mesa, gracias. Además esta gente no sabe divertirse, no tengo nada contra ellos, pero son aburridísimos, no beben alcohol, no paran de tomar pastillas a todas horas…. Un rollo patatero, resulta que sin darte cuenta eres la única que se ha emborrachado con el vino en el comedor, no mola.

2. NO, porque efectivamente dispones de mucho tiempo libre para hacer esas cosas que siempre quieres hacer, pero es que , coño! Tantas horas libres al final agobia! En la piscina siempre están los mismos, el libro no da mas de si, y las uñas me las habré pintado unas 20 veces, de 20 colores diferentes, así que donde estén Oxford Street, la puerta del sol o la quinta avenida que se quite lo demás.



3. NO porque la comida, efectivamente es de nivel, calidad, servicio y todo lo que quieras, pero la botella más barata de vino eran 15 pavos! Y el resto de la carta en consonancia, claro. Por no hablar de la abundancia y consistencia de la alimentación castellana( que fue nuestro caso). Con una comida de esas yo hubiera podido subsistir los 5 días. En Salamanca comí cochinillo unas 3 veces, me salía por las orejas.

Después llegamos a Oropesa ( provincia de Toledo, no Marina D’Or) y para ellos una ensalada ligera consiste en 2 hojas de lechuga y una “platerà” d’esgarraet con dos berenjenas de esas de bote. Otro primer plato bastante ligero según ellos, tomates rellenos de arroz y pimiento… como veis la dieta mediterránea brilla por su ausencia. En definitiva, ese tipo de comida la aprovechan y la degustan con satisfacción los muy comedores, no como yo, que me alimento a base de yogures de bífidus, barritas de all bran y nectarinas…

4. NO, porque en relación al entorno, es cierto que es encantador, un marco incomparable, camas con dosel, castillos, palacios y “xuminadas” varias, pero donde se ponga Oji en Londres, con sus 2 metros de habitación, que o entras la maleta o entras tu, con sus cortinitas floreadas que te marean que no veas, su sala de desayunos llena de fotos de Lady Di y la reina de Inglaterra, al lado Oxford Street, con sus tiendas, sus cervecerías, sus taxis, sus ingleses… Definitivamente, yo me quedo con… con lo que se tercie. Por lo pronto mi próximo destino: Nochevieja en Londres!!! Ya os contaré!

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elenatelleva